(2010)
Y los besos que voy dando son de fogueo, bienaventuradamente cortos, como el corzo que ha vuelto a pastar a la tierra quemada, temblando como tiembla una vajilla en la vitrina.
Y los tacones tropiezan, gastando las aceras por el mismo lado de donde pasearon, ilustres y cobardes los amigos,
Y no hay luna y te mueres de viejo, sabiendo que no sabes nada, que no has dicho todavía nada. Y miramos al sur todos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, tristemente naturales y lejos de cualquier signo de divinidad.
Me ha encantado esta entrada.
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